Los mártires caídos bajo la metralla americana o sus consecuencias entre el 9 y el 12 de enero de
1964 se convierten así, en los más jóvenes próceres de la república y sus nombres quedarán inscritos
en letras de oro para recuerdo y ejemplo de la posteridad. Fueron panameños humildes y anónimos,
que actuaron movidos por un ideal patriótico, como reacción espontánea y natural de un pueblo
herido a la ofensa al pabellón panameño infligida por los soldados estadounidenses y la turba
norteamericana que ignoraba el compromiso y la autoridad de su propio gobierno. La mayoría cayó
en una acción directa de protesta. Otros, de manera accidental, fueron abatidos sofocados por el
humo de incendios o de las bombas lacrimógenas o por balas perdidas que provenían de la Zona del
Canal. La mayoría murió en Panamá y algunos en Colón. Todos, al fin, serán héroes porque sufrieron
la misma suerte por eventos de resistencia a una acción armada extranjera.
Los mártires de enero, en orden alfabético y con sus edades entre paréntesis, son Ascanio
Arosemena Chávez (20), Maritza Ávila Alabarca (6 meses), Luis Vicente Bonilla Caco (15), José del
Cid Cobos (16), Teófilo Belisario de la Torre (38), Gonzalo Antonio Crance Robles (14), Víctor Manuel
Garibaldo Figueroa (29), José Enrique Gil (17), Ezequiel González Meneses (28), Víctor Manuel
Iglesias Kandwich (26), Rosa Elena Landecho Lasso (13), Carlos Renato Lara (18), Rogelio Lara
Arrocha (69), Ricardo Murgas Villamonte (40), Alberto Nicolás Constance (35), Etanislao Orobio
Williams (18), Jacinto Palacios Cobos (23), Ovidio Lizardo Saldaña (25), Rodofo Sánchez Benítez (33),
Alberto Luis Oriol Tejada (36) y Celestino Villarueta Ruiz (43). Esta pléyade de héroes entregó su
vida, en Panamá y Colón en las jornadas de enero de 1964, por la patria panameña herida en su
dignidad. Fueron 21 hombres y mujeres, en su mayoría jóvenes arrojados, que sufrieron la metralla
extranjera. Se añaden a centenares de otros compatriotas heridos de bala y hasta de bayoneta,
entre el 9 y el 12 de enero de 1964, algunos lisiados para siempre. Se unen a decenas de miles de
panameños que sufrieron el escarnio y la agresión descontrolada de los zoneítas y de los soldados
del Comando Sur. Ellos son los que borran, con su sacrificio, la afrenta del Tratado Hay-Bunau Varilla
de 1903 y sus enmiendas en 1936 y 1955 las cuales, a pesar de los progresos relativos que traen
para Panamá, no logran eliminar la causa profunda del colonialismo que sufre el país y la presencia
de un estado extranjero que domina en su corazón, en la zona más valiosa de su territorio.
El Dr. Rodolfo Ermocilla Bellido, es el patálogo que atiende a Ascanio Arosemena muere por una
bala calibre 45, le dedica su poema Panameño tú siempre dices sí.
El Dr. Guillermo Rolla Pimentel, es golpeado por los zonians cuando recoge a los heridos colonenses,
era médico del Hospital Amador Guerrero. La bandera de los manifestantes de Colón fue entregada
por él, al Municipio de Colón. Afirma que Andrés Galván y otros dirigentes de esa provincia fueron
detenidos por el oficial Omar Torrijos, siguiendo órdenes de Bolívar Vallarino, jefe de la Guardia
Nacional.